lunes, 21 de febrero de 2011

UN POQUITO DE CIENCIA POR FAVOR

Pues hoy por aquí abajo veréis un artículo muy interesante relacionado con los fármacos y el pensamiento :-). Si alguien no entiende algo que me lo haga saber, yo encantada de aclarar dudas.
 
 
 
Las experiencias personales influyen en la eficacia de los fármacos

Se han realizado pocas investigaciones para aclarar los mecanismos cerebrales que controlan cómo las diferentes expectativas interactúan realmente con los efectos biológicos de los fármacos


Madrid (18-2-11). - Investigadores de la Universidad de Oxford en Reino Unido y el Centro Médico Universitario Hamburg-Eppendorf en Hamburgo (Alemania) utilizaron imágenes cerebrales para visualizar cómo los pensamientos, sentimientos y experiencias del pasado de una persona pueden influir de forma significativa en la eficacia de los fármacos. Los resultados de su trabajo se publican en la revista Science Translational Medicine.

Los autores explican que si un paciente participa en un ensayo clínico o recibe tratamiento en una consulta médica, un fármaco con un efecto biológico comprobado podría parecer ineficaz si un individuo es condicionado para que esto sea así.

Los investigadores sugieren que la actividad neuronal en ciertas áreas del cerebro podría ser controlada como forma de evaluar lo bien que un fármaco está funcionando para un paciente en particular. Aunque los médicos saben que las creencias y expectativas de una persona pueden influir en la eficacia de un fármaco, se han llevado a cabo escasos estudios al respecto.

Los científicos, dirigidos por Ulrike Bingel, utilizan las imágenes de resonancia magnética funcional o IRM para examinar cómo las predicciones sombrías u optimistas de un tratamiento para el dolor alteran la actividad cerebral en un grupo de personas sanas.

Los investigadores pusieron un estimulador térmico avanzado, un dispositivo utilizado para inducir y evaluar dolor en el laboratorio, en extremidad inferior de cada voluntario. Antes de administrar un analgésico llamado a los participantes, los investigadores les dijeron a algunos de ellos que el fármaco no tendría efecto, a otros que disminuiría la sensación de dolor y a algunos que empeoraría el dolor.

Los que esperaban que el fármaco tuviera efecto experimentaron el doble de alivio que aquellos que no esperaban beneficios, aunque este grupo en realidad sí consiguió cierto alivio. Por otro lado, aquellos que esperaban que el fármaco empeorara el dolor informaron de que el dolor no había cambiado.

Al examinar los escáneres cerebrales de los voluntarios, los investigadores descubrieron que la expectativa del mayor dolor estaba acompañada por una mayor activación de las neuronas en el hipocampo, la corteza media-cingulada y la corteza prefrontal media, áreas cerebrales que median en el estado de ánimo y la ansiedad. Una actividad mucho menor se observó en estas regiones en los individuos que esperaban que el analgésico redujera su dolor.

Además, los investigadores observaron más actividad neuronal en la corteza cingulada anterior y el estriado de los individuos optimistas. La actividad en estas regiones indica que estaban implicados los mecanismos derivados de la inhibición del dolor, lo que hacía más difícil que las señales de dolor accedieran a la médula espinal y el cerebro.

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